Las utopías de Levita

Todos estamos sometidos a la incomprensión de un mundo injusto.

He vivido mi vida como el horticultor vive la suya; he sembrado, he plantado, he regado, he guiado, he podado y hoy ha llegado el día de la cosecha, de la recolección; hoy he recogido los frutos esperados y deseados. Estos frutos: dulces unos, amargos otros, quiero regalarlos. Me he quedado con los amargos y los que quiero regalar son los dulces, para que otros los saboreen y se deleiten con el conocimiento de una viva experiencia. ¿A quién se los voy a ofrecer?

A todo el mundo, pero en especial a las personas que sientan la necesidad de que amando es como únicamente podemos transformar el mundo. Con este ofrecimiento doy por concluida una importante etapa de mi vida, toda ella llena de Gozos y Sombras.

He creído erróneamente que mi pensamiento aportaría algo novedoso y constructivo a la sociedad de mi entorno y de mi tiempo, y puede que no sea así. Quizá sea demasiado básico lo que ofrezco y cualquiera ya cuente con conocimiento y pensamientos similares o superiores, no obstante, sigo creyendo, que algún día si te encuentras con uno de mis libros, siempre encontrarás en él un poco de paz y sosiego, los que los han leído eso cuentan.

Hoy hay quien piensa, que como hay tanta información gratis, información que a veces es científica y enriquece, cree que no es necesario comprar libros para leer y saber, y esto también es un error; la esencia de la vida y de las cosas, por norma, no se derraman a discreción a través de los medios; aquello valioso que costó mucho conseguir no se regala por las Redes con excesiva frecuencia. Sí encontramos, abundantemente, un exceso de banalidades que solo conducen al desconcierto y a errar en algunas de nuestras decisiones.

La buena fragancia no se derrocha pulverizándola a la atmosfera, se envasa en frascos pequeños y se vende en tiendas especializadas a un alto precio.

Solo decir, que viendo el camino que llevamos, en el que los valores brillan por su ausencia, vendrán tropiezos y no sabremos adonde asirnos. Aun así, si creemos que somos felices, eso es lo principal, sigamos y que Dios reparta suerte.

Primeros del 2020